Los accidentes CV se diferencian de los trastornos
cerebrovasculares ya que no son predecibles ni tienen una causa aparente.
Existen tres tipos de accidentes cerebrovasculares:
TROMBOSIS
Es la oclusión de un vaso sanguíneo debido a la alteración de
las paredes de los vasos, que interrumpe selectivamente el riego sanguíneo
hasta el punto de producir trastornos neurológicos. El trombo, tampón o coágulo
de sangre permanece en el lugar donde se ha formado la trombosis. Uno de los
factores de riesgo más importantes, a parte de la hipertensión, es la
arterioesclerosis (formación de placas en las paredes capilares). La
manifestación de la trombosis puede ser gradual, durando desde horas hasta
días.
EMBOLIA
Es la oclusión de un vaso por un material extraño, de origen
cardíaco o no cardíaco, que es transportado por el sistema arterial y, al
llegar a un vaso más pequeño, lo bloquea obstruyendo el riesgo sanguíneo. El
émbolo puede ser un coágulo, una burbuja de aire, grasa, restos de células
tumorales… El ataque suele ser repentino.
HEMORRAGIA
Es la extravasión o entrada masiva de sangre en la cavidad cerebral.
Las más frecuentes se dan en el espacio subaracnoideo, intraventricular o
subdural. Las causas de las hemorragias son: hipertensión, rotura de aneurismas,
malformaciones arteriovenosas, enfermedades hematológicas y los traumatismos
craneales. Se inician de manera repentina, normalmente en estado de vigilia, comenzando con un dolor agudo de cabeza y
siguiendo con náuseas, vómitos y vértigo, combinándose con síntomas focales
característicos de la zona particular dañada. Suelen tener mal pronóstico si el
paciente está inconsciente más de 48 horas.

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